La mayor parte de los
niños tiene una imagen positiva y cariñosa de sus abuelos. Es sorprenderte
darse cuenta que muchos niños no perciben a sus abuelos como personas
mayores y piensan que estos pueden hacer cualquier actividad, como
ellos o sus padres.
En realidad, los niños
en nuestra cultura, tienen una imagen negativa del proceso de envejecer
y a menudo evitan asociar la idea de vejez con las personas más
queridas. Desde muy pequeños tienen un temor instintivo a la idea
de la muerte, que los padres y nuestra sociedad asocian con enfermedad
y vejez, con la intención de presentarla como un evento lejano e
improbable.
Sin embargo, si exponemos
al niño a todas las fases de la vida (la enfermedad de un abuelo,
la muerte de un conocido mayor), esta experiencia le proporcionará
los recursos intelectuales y emotivos para enfrentarse a su propia
vida. Es positivo que tengan contacto con personas mayores. Además,
la relación de cariño con un abuelo, un pariente o un vecino de
edad avanzada, enseña al niño el respecto hacia los mayores si la
familia interviene en este sentido.
Hoy en día no es común
que abuelos y nietos vivan en la misma casa. Sin embargo, la progresión
de la enfermedad de Alzheimer puede llevar a la decisión de acoger
el paciente en casa de un hijo/a y a partir de la enfermedad iniciar
la convivencia. Así mismo, un niño puede haber presenciado comportamientos
desconcertantes en un conocido o un vecino. O haber oído una conversación
acerca de una persona con demencia.
En cualquier caso,
como padre o educador, es importante que este preparado para contestar
a sus preguntas o para empezar la conversación si nota una curiosidad
o preocupación que no expresa. Es importante que como adulto, solucione
sus dudas sobre la enfermedad y se sienta suficientemente preparado
para contestar a sus preguntas.
Naturalmente, la forma
de hablar con los niños sobre cualquier tema es diferente dependiendo
de la edad del menor.
De
los 4 a los 7 años
A esta edad es importante
dejar claro al niño que el abuelo o la abuela está
enfermo/a y que por esto puede ser que se comporte de manera extraña.
No se tiene que permitir al niño asociar la demencia con
una manifestación de locura, ya que la inocencia de los niños
puede hacer que hagan comentarios que pueden herir a la persona
enferma. El respecto hacia las personas tiene que seguir siendo
un valor que queremos inculcar en los más pequeños.
Por pequeño que sea
su hija/o, puede hablar con ella/él de la pérdida de la memoria,
ayudarle a entender cuándo la necesitamos, hacer juegos que
le permitan ejercitarla. Puede ayudarle a entender que la memoria
es la que nos permite tener recuerdos y que estos los guardamos
en el cerebro. Cuando sea un poco mayor, quizás a los 6 años, puede
explicarle, de forma muy escueta y gráfica cómo funciona
la memoria y que son las neuronas. Puede ayudarle un libro de medicina
para niños o un simple dibujo o un libro de cuentos sobre la enfermedad
de Alzheimer como los publicados por la Fundació "La Caixa".
Al tratarse de una
enfermedad que afecta, casi esencialmente, a las personas mayores,
le será más fácil hablarlo con un niño pequeño, ya que no la puede
percibir como una amenaza a su propia vida o a la de sus padres.
De
los 8 a los 12 años
Es probable que su
hijo a esta edad ya le pregunte con más claridad y sin rodeos acerca
de la enfermedad de su abuelo/a o de otra persona mayor que conoce.
Si eso ocurre, es aconsejable darle una explicación lo más clara
y completa posible, adaptada a su nivel de comprensión. Hacerle
entender como la enfermedad afecta a la vida de la familia y, sobre
todo, de la persona que cuida de él, es más importante cuanto más
cerca vive el paciente y afecta al entorno familiar.
Puede explicarle la
función de las neuronas. Existe material didáctico, juegos, que
pueden facilitar estas explicaciones y le permitan darse cuenta
de las dificultades que tiene el enfermo. Por ejemplo, puede pedir
al niño que defina a un animal o cosa sin poder decir el nombre
de éste. Mediante este juego puede explicarle que para las personas
con Alzheimer es difícil utilizar correctamente las palabras y muchas
veces las olvidan. Otro juego puede ser recordar una serie de palabras
o números. Se puede empezar por pocas palabras y sencillas de recordar
e ir aumentándolas en número y complejidad. Esto hará entender al
niño la función de la memoria y el privilegio de tener una mente
joven y despierta.
Los pacientes suelen
olvidar el nombre y la función de los objetos. Así que una actividad
para hacer con los niños es taparle los ojos y hacer que reconozca
objetos de uso cotidiano como una sartén, un teléfono, unas llaves.
Si el abuelo vive en
casa o lo visitan a menudo, el niño también puede construir unas
fichas para designar los objetos de la casa.Recortar fotografias
de revistas para hacer pictogramas, para señalar donde esta la cocina,
el baño, la habitación del abuelo/a. Puede hacer etiquetas para
poner en la nevera con los nombres de todos los alimentos que hay
dentro, etiqueta para los muebles, listas de cosas que hacer (apagar
el fuego, cerrar la puerta con llave...).
Si abuelo-a y nieto-a
tienen una relación muy estrecha, tiene que ser consciente de que
el niño sufrirá al ver las pérdidas que quiere: no entenderá por
qué el abuelo le ignora, es agresivo o apático y se sentirá
decepcionado. El niño sufrirá la "pérdida" de una persona
querida, exactamente como los demás familiares y, además, sin tener
los recursos intelectuales para enfrentarse a la situación. Es importante
hablar con él y dedicar nuestro tiempo a explicarle una y otra vez
que el abuelo no ha dejado de quererle, sino que está enfermo.
De
13 a 18 años
En el colegio le habrán
hablado ampliamente del cerebro y de algunas enfermedades degenerativas,
como es la enfermedad de Alzheimer.
Si ha conseguido inculcar
a su hijo el respeto por las personas mayores, tendrá más capacidad
para hacer frente al drama de la enfermedad que vive su familia.
La presencia de un
paciente que exige tanto tiempo y dedicación puede ser difícil de
compatibilizar con la educación de un adolescente. Es importante
involucrar al adolescente en los cuidados del abuelo: puede poner
las zapatillas y la bata al abuelo, peinarle, ayudarle a hacerse
un bocadillo...o simplemente hacerle compañía. Es bueno que le enseñe
las fotos de sus amigos y familiares. Las imágenes de ciudades y
pueblos importantes para él y le vaya recordando el nombre de éstos.
Es importante que la persona enferma no olvide los nombres de sus
seres queridos y de su pasado.
Tratar el adolescente
como una persona cuya opinión cuenta y su colaboración es valiosa,
ayuda a aliviar la inevitable tensión de una familia con un enfermo
de Alzheimer. El adolescente puede disminuir la carga del cuidador
y puede participar en las decisiones de familia acerca de los cuidados
(contratar una ayuda externa, elegir una residencia.
Tanto la ayuda en casa,
como actividades de voluntariado con personas mayores ayudan el
adolescente a formar su sentido de la responsabilidad, así
como fomentan el respecto hacia las personas mayores u otras personas
con dependencia.
En
resumen:
-Ya desde pequeño
es importante que los niños aprendan a tener respeto hacia
las personas mayores y los enfermos.
-Puede usar juegos de memoria
para explicar la enfermedad del Alzheimer.
-Involucre al niño/a en los cuidados
del enfermo: no solamente será una valiosa ayuda para el cuidador
principal. Se sentirá más partícipe de las decisiones tomadas en
familia y se implicará.
-Si la persona que padece Alzheimer
vive en casa o tiene contacto directo con el niño, a éste
le será más fácil pero a la vez más
duro comprender la enfermedad. Debe ofrecerle apoyo y ayudarle a
entender la enfermedad.
-Conteste siempre a las preguntas
de su hijo, adaptando la explicación a la edad que tenga.
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